Episodio 1: El Bochinche

Por yannickvillatoro

Por: Melisa Rabanales

Este es un episodio de podcast. Para escucharlo, dale play al enlace de abajo. 

Si quieres leer la transcripción de este episodio la dejamos aquí. 

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TRANSCRIPCIÓN 

“… El incendio en este refugio ocurrió al sureste en Ciudad de Guatemala esta madrugada y dejó más de una docena de muertos y al menos 25 heridos. Todas eran niñas menores de 16 años…” 

“… La desesperación aquí afuera de los padres de familia. Ustedes pueden escuchar la solicitud de los padres de familia…” 

“…Abran la puerta por favor. Se están quemando todos allá adentro…” 

… Vienen con serias quemaduras, las pacientes, las personas, las menores de edad. Son adolescentes mujeres las que han llegado en este momento…” (Corte) 

“…En la primeras horas de este jueves trasciende que las víctimas mortales que dejó el incendio en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción ocurrido ayer miércoles sube a 28.19 murieron en el siniestro….”

“…Nuestra llegada fue algo consternante, encontrar a los menores, prácticamente tirados en todo el corredor del lugar…” 

Narradora: Fue el 8 de marzo de 2017. El Día Internacional de la Mujer. Un incendio en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción fue noticia en todos los medios. 

El Hogar Seguro era un centro de protección estatal para niños, niñas y adolescentes que tenían problemas familiares, o que eran huérfanos, tenían alguna discapacidad o eran sobrevivientes de violencia, drogas, trata o abuso sexual.

Estaba en San José Pinula, un municipio a unos quince kilómetros del centro de la Ciudad de Guatemala. 

Esa mañana, 56 niñas y adolescentes fueron encerradas en un aula de 7 x 6.8 metros. Se inició un fuego. Tardaron más de nueve minutos en abrir la puerta. Cuarenta y una murieron. Quince sobrevivieron con quemaduras severas, problemas respiratorios, traumas psicológicos y cicatrices indelebles. La mayor de ellas tenía 17 años. La más pequeña, 13. 

Soy Melisa Rabanales, periodista de Ocote. Este es el primer episodio de la miniserie sonora de Radio Ocote Podcast: No fue el fuego. Una crónica de uno de los hechos más terribles de la historia reciente de Guatemala, parte del proyecto transmedia No fue el fuego. 

Una tragedia que dejó de llamarse tragedia cuando se le empezó a nombrar como crimen de Estado. De alguna forma, este incendio había empezado mucho tiempo antes en un hogar que era todo menos hogar. Que era muchas cosas, excepto seguro.

Narradora: El caos dentro del Hogar Seguro empezó a gestarse mucho antes del 8 de marzo de 2017. Casi desde que se inauguró, siete años antes, en el 2010. 

Narradora: El Hogar Seguro no siempre se llamó así. Cambiaba de nombre con cada gobierno. En el del presidente Oscar Berger, a finales de 2006, nació la idea de crear la Ciudad de Los Niños. Un proyecto que pretendía albergar masivamente a niños y niñas en situación de vulnerabilidad que no contaban con recursos familiares idóneos y que debían estar bajo la tutela del Estado. 

En Guatemala, muchos niños podrían llenar ese perfil. Ese año, según cifras de Unicef, el 51% de la infancia y adolescencia guatemalteca vivía en situación de pobreza. El 15.2% en pobreza extrema. También ese mismo año, el Ministerio Público registró casi 9 mil menores víctimas de violencia intrafamiliar, violencia sexual, agresiones y maltrato. La mayoría eran chicas. 

***

El Hogar abrió cuatro años más tarde, en 2010, con el gobierno de Álvaro Colom. Lo nombraron Hogar Solidario Virgen de la Esperanza. Fue construido en un terreno de aproximadamente 4.6 hectáreas. Algo así como unas seis canchas de fútbol. Era un recinto amurallado, construido con paredes de block de unos 10 metros de altura, originalmente pintadas de verde musgo, que combinaban con el color de los bosques que rodeaban el hogar. Al poco tiempo se desteñirían y revelarían el gris del material. Arriba del muro, una enredadera de alambres de púas. Contención para quien quisiera entrar o salir. 

Cuando el militar retirado Otto Perez Molina asumió la presidencia en 2012, lo renombraron “Hogar Seguro Virgen de la Asunción”. Cambió el nombre, pero la estructura y las dinámicas de funcionamiento eran similares.

Por dentro, el hogar estaba dividido en cinco grandes secciones. Tres eran para los más pequeños: Casa Alegría, para bebés y niños y niñas de hasta 5 años; Casa Elisa Martínez, para los niños de 6 a 12 años y Mis Princesas, para niñas de la misma edad. 

El área de los adolescentes de entre 13 y 17 años también estaba dividida por sexo. El de los chicos se llamaba San Gabriel y el de las chicas, Mi Hogar. También había niños y niñas y algunos jóvenes adultos con capacidades especiales que estaban mezclados en las secciones. Las adolescentes de Mi Hogar y los jóvenes de San Gabriel no tenían permitido juntarse. 

Vivían en condiciones similares. En Mi Hogar había ocho dormitorios. Construcciones de un nivel donde las chicas dormían apiladas en literas. En el dormitorio más pequeño había 20 camas, en el más grande, 36. 

Quienes no alcanzaban a tener un lugar en las literas dormían en unas colchonetas que los encargados ponían en el suelo. Cuando la temperatura bajaba, se colaba el frío por las ventanas rotas, que dejaban ver poco. Había unos barrotes de metal que impedían sacar más que una mano. 

Carolina Escobar Sarti: Viene esta creación de esta mega institución que responde básicamente a una visión decimonónica que quería instituciones grandes, como decía Foucault, para mantener afuera de todo lo que nos molestaba. Todos los perfiles de niñez metidos en una mega institución. Y no era lo malo que estuvieran todos ahí, era que no había un recurso humano. No hay una visión estratégica de la importancia de la niñez y, bueno, se crea esa mega institución en aquel ambiente precioso, en el que hay un bosque donde el aire sopla los árboles y ahí los niños iban a ser felices para siempre. 

Narradora: Pero nadie fue “feliz para siempre” en ese hogar. 

Ella es Carolina Escobar Sarti, socióloga, escritora y poeta, experta en niñez y adolescencia y directora de La Alianza, una organización no gubernamental que alberga a niñas y adolescentes sobrevivientes de trata y violencia sexual.

Carolina conocía a muchas de las niñas del hogar. Algunas de ellas ya habían pasado por La Alianza años antes. Ella explica que la falta de experiencia en derechos de niñez y adolescencia, el abandono del Estado y la poca voluntad de las instituciones para hacer cumplir la Ley de Protección Integral de la Niñez y Adolescencia, auguraban una tragedia.  

Esa ley integral, conocida como Ley PINA, señala que, en caso de que una persona menor de edad esté vulnerable, la última opción debería ser mandarla a un albergue de protección. Antes deben agotarse otras posibilidades. En caso de que sus padres no puedan hacerlo o no sean la mejor opción, debe investigarse si cuenta con familiares que puedan acogerle. Tienen que mantener sus redes de apoyo. La Ley PINA basa este principio en la Convención de los Derechos de la Niñez. 

Pero esto no sucede.

Carolina Escobar asegura que no hay voluntad de los jueces y que muchos no están capacitados en derechos de la infancia. Además, la Procuraduría General de la Nación, que es la institución que en Guatemala se encarga de representar legalmente a las personas menores de edad y la que debe dirigir investigaciones y presentar denuncias, no tiene ni recursos ni personal para darle seguimiento a los casos. 

Enviar a los chicos a instituciones de protección se ha vuelto una práctica común. Es lo más fácil: la mayoría de niños, niñas y adolescentes que necesitan protección  provienen de barrios pobres, entornos violentos, zonas vulnerables. Muchos también de comunidades indígenas. Y como decía Carolina al inicio de este episodio, lo más fácil es quitar de en medio todo lo que a la sociedad parece molestarle. Y es por eso, que los hogares públicos suelen estar abarrotados.

Para finales de 2016, según la PGN, había 5,265 chicos y chicas en hogares públicos y privados. Aunque entonces admitieron que las estadísticas no eran precisas pues no pudieron censar a 16 hogares de protección privados.

El Hogar Seguro Virgen de la Asunción tenía capacidad para 500 personas. En marzo de 2017 albergaba a 600 niños, niñas y adolescentes. Cien más de los que estaba destinado a proteger.

Jody García es una periodista guatemalteca que ha investigado el caso del Hogar Seguro desde hace años y que también trabajó para el proyecto “No fue el fuego” de Ocote

Jody explica que, dentro del hogar, los perfiles de los niños, niñas y adolescentes estaban mezclados. 

Jody García: No había una separación por el tipo de perfil de cada niña. Entonces

había niñas que venían de contextos muy violentos, niñas que venían de ser víctimas de trata, personas víctimas de abusos sexuales, víctimas de violencia intrafamiliar y otras niñas, que también venían de tener algún tipo de vínculo con una pandilla. Y todos estaban mezclados.

Narradora: Según las estadísticas de la Procuraduría de los Derechos Humanos, muchas habían llegado por rebeldía y fuga familiar. Todas tenían algo en común: necesitaban protección.

Carolina Escobar: Entonces imagínense  juntar todos esos factores. Y sobrepoblar la institución y no tener la capacidad para atender según perfiles a cada grupo que estaba en la institución. Esto era una bomba de tiempo. Era una bomba de tiempo. 

Narradora: Los problemas del Hogar Seguro no sólo estaban en el hacinamiento. El lugar se convirtió rápido en un infierno. 

Carolina Escobar:  Donde habían violaciones, tortura. Esto está documentado de varias maneras. Lo primero a través de las denuncias interpuestas por el relator contra la tortura en el MP que no tuvieron respuesta. Esto está documentado también por todas las denuncias de PDH una y otra vez por los testimonios de cantidad de niños y niñas. 

Narradora: Carolina se refiere a testimonios como el que reproducimos a continuación, de una de las sobrevivientes del incendio, cuyo nombre omitimos, para resguardar su seguridad. En una entrevista que dio dos años después, en 2019, narraba cómo era el trato en el Hogar.

Sobreviviente 1: Llegaron al extremo de darles pastillas para que se durmieran, para… tranquilizantes…

Narradora: Otra de las adolescentes contó lo siguiente, también en una entrevista en 2019.

Sobreviviente 2: O algunas que decían que estaban embarazadas las ponían a correr y algunas sí sabían las monitoras, pero igual las ponían a correr, a dar cien vueltas en el campo. A hacer sentadillas. Pero sí… A veces la comida no estaba muy buena. Para ganarnos un plato de comida teníamos que hacer varios ejercicios. Duros. Igual para la refacción, si queríamos repartirnos otra taza de atol o una naranja teníamos que hacer el pica pollo. El pica pollo era estar agachada sin poderse levantar a recoger pedacitos de papel. Era algo que nadie se… bueno, yo no me imaginé estar dentro de eso.

Narradora: O el testimonio de Ana Rubidia Chocoj, que no llegará a escuchar este episodio. Fue una de las 41 niñas que murieron en el incendio. Un día antes de su muerte, el 7 de marzo de 2017, le había dicho esto a un medio de comunicación que llegó al Hogar Seguro: 

Ana Rubidia: No nos dan ni toallitas para nuestra menstruación. No nos dan jabón, nos levantan a las dos tres de la mañana a bañarnos con agua fría y la verdad es que extrañamos a nuestra familia.

Narradora: Como relataba la experta Carolina Escobar, las denuncias de niñas y adolescentes no eran un secreto. 

Jody García, la periodista que escuchabas hace un momento,  asegura que las instituciones del Estado tenían conocimiento de las denuncias de malos tratos, abusos, e incluso violencia sexual y trata de personas. Aun así, no hicieron nada.

Jody: De hecho hay registros en Ministerio Público, en la Procuraduría de Derechos Humanos, en la oficina contra la tortura de lo que pasaba en el Hogar Seguro. Hay un caso muy representativo de lo que yo diría que era que por castigar a unas niñas, una monitora de las obligó a quitarse la ropa y a introducirse el dedo en el ano. Existían incluso abusos sexuales de parte de los mismos compañeros, de compañeras, luego de parte de los mismos monitores, personal de seguridad y personas ajenas. Pese a eso, la Fiscalía contra la trata de personas recibió cuatro denuncias de las que concentró todas, pues, en un mismo expediente para investigar y concluir que no hubo indicios de trata de personas de modalidad de reclutamiento para organizaciones criminales.

Narradora: Pero no solo eran las denuncias. Los medios de comunicación habían publicado desde años antes decenas de notas de prensa, reportajes e investigaciones que evidenciaban lo que se vivía dentro del Hogar. Aun así, el tema pasaba desapercibido por las instituciones del Estado, y por una sociedad que parecía no indignarse lo suficiente. 

Jody: Este era todo el contexto que provocaba que los niños quisieran.. los niños y las niñas quisieran huir de todo este espacio. Y pues lo que al final llevó a esta crisis del 7 y el 8 de marzo.

***

Narradora: Un mes antes del incendio, las niñas y adolescentes del área de Mi Hogar, hartas de la situación en el centro, habían empezado a organizarse para hacer un motín. Querían fugarse. Buscaron apoyo de los muchachos que estaban en el sector “San Gabriel”. 

Sobreviviente 1: Sobre el motín que hicimos, eso fue planeado el 14 de febrero que fue el Día del Cariño. Porque nos reunimos todos. Porque ahí juntaron a San Gabriel, a Mi Hogar, a todos. Y ahí es donde empezaron. Más que todo, yo estaba en mi mundo. Solo cuando vino una chava me preguntó: “Vas a estar, ¿sí o no?” Yo le dije: “Sí”. “Firma aquí” y firmé la hoja y todo. Y ni siquiera pregunté que para qué era todo. Cuando investigué todo, era para un motín y todo, Y dije: “Qué bonito, me están incluyendo para que esté ahí con ellas y todo”.

Narradora: Ella es una de las quince sobrevivientes del incendio, a quien escuchabas hace unos minutos. 

En febrero de 2017 tenía 15 años. Se escapó de su casa cuando descubrió que era adoptada y cuando la encontraron, un juez la mandó al Hogar Seguro. Llevaba ya un año en el albergue.

Durante ese mes, de febrero a marzo, las niñas de Mi Hogar reunieron firmas y comenzaron a preparar la fuga. Esas semanas siguieron recibiendo los golpes, los abusos de los monitores y la comida en mal estado habituales. Algunas decían que habían encontrado gusanos entre los alimentos. Eso terminó de confirmarles que no querían estar ahí.

El 7 de marzo fue el día de la fuga, o como ellas lo llamarían después, “El bochinche”. Pasaba el mediodía. La adolescente lo recuerda así. 

Sobreviviente 1:  Llegó la hora del almuerzo. Cuatro módulos subimos a almorzar. Dos niñas, dos adolescentes hicieron como si se estaban peleando. Y nos fueron a… más que todo llamaron la atención de todas las monitoras. Las fueron a separar.

Narradora: La amiga de una de esas adolescentes que comenzó la riña recuerda cómo aprovechó el caos de la pelea para sacar la rabia. 

Sobreviviente 3:  Estábamos almorzando y lo que yo sentía que no era yo, o sea, me sentía alterada. Yo no soy de los que se altera por nada. Y mi amiga empezó a hacerle problemas a otra chava, entonces ella empezó el pleito. Y otra como estaba acelerada, aproveché también para hacer lo que sentía, era zafarme de lo que sentía. Y empezamos a romper vidrios, abrir puertas.

Narradora: Para ella, el plan de fuga terminó poco después. Cayó desde uno de los techos de los módulos y se golpeó la cadera. Las monitoras llamaron a los bomberos y se la llevaron en una ambulancia. Siguió la revuelta. 

A eso de la una de la tarde todo era un caos. Muchas de las niñas corrían con palos y tubos de metal arrancados de los escritorios de algunas de las aulas. Algunas de ellas habían salido del sector de Mi Hogar y se dirigían a San Gabriel, donde estaban los adolescentes. Esto relató la sobreviviente:

Sobreviviente 1: Otro grupo allá arriba en donde está la escuela y todo. Estaban, más que todo, haciendo relajo. Fueron a sacar a todo San Gabriel. Después empezaron a destruir todo. 

Narradora: Los chicos y las chicas volvieron al sector de mujeres.

Sobreviviente 1: Después llegaron los de San Gabriel a Mi Hogar. Fueron a sacar a las demás. Fueron a destruir todo Mi Hogar, porque fueron a quebrar las puertas. Y me sacaron a mí porque un chavo me dijo “Brasileña véngase, y todo. Va a estar con nosotros. Usted se apuntó”. Y me fui. De ahí fue donde comenzó ya el motín. 

Narradora: Después de mediodía, el personal del Hogar Seguro llamó a la Policía Nacional Civil. Entre la una y las dos menos veinte de la tarde llegaron algunas patrullas de la jurisdicción de San José Pinula. Los adolescentes estaban agrupados en los patios y otros habían subido a los techos cubiertos de baldosas y cemento de algunas de las construcciones del Hogar. Amenazaban con huir. 

[Audio ambiente “vengan, vengan muchá” ]

Narradora: A las dos y media, algunos jóvenes entraron al depósito de basura. El depósito era un pequeño ducto que permitía el acceso desde el comedor del Hogar, donde estaba ubicado, hacia las afueras de la institución. 

Se fugaron. Una vez afuera de los muros, desde un pequeño montículo de tierra, los jóvenes comenzaron a lanzar piedras para alejar a la policía. 

Quince minutos más tarde se reportó la primera fuga del Hogar Seguro. En ese grupo iba una de las adolescentes que escuchaste antes. 

Sobreviviente 2: Hubimos dos grupos. Que el uno, el primer grupo era donde iba yo, salimos por el lado del basurero. Otros salieron por la puerta principal. 

Narradora: Según testimonios como el de ella, y la información que el Ministerio Público aportó en la audiencia de primera declaración del proceso judicial que se iniciaría después, el personal del Hogar Seguro les abrió la puerta principal a al menos 100 chicos y chicas.

A las tres de la tarde, ya se habían fugado al menos 120 adolescentes. 

El Hogar Seguro estaba situado en un terreno montañoso rodeado de bosques. En un sitio despoblado, excepto por un par de casas de block y techos de lámina dentro de algunos sembradíos privados.  

La única forma de llegar o salir, era a través de una calle que conduce al centro de San José Pinula, a unos 20 minutos a pie. A un lado de la calle estaba el Hogar, al otro, un bosque, y detrás de él, un río de aguas negras. El primer grupo huyó por ese río.

Pero se toparon con terrenos privados y con que la policía ya había iniciado la persecución, por la calle y entre los bosques. 

Sobreviviente 2: Corrimos varios kilómetros. Cuando había un grupo de señoras. Y vimos que llegaron… ya faltaba poco para que los policías llegaran a nosotros. Las señoras le dijeron por dónde nos habíamos ido. Y yo por el cansancio y cómo iba a Crocs me resbalé. Al resbalarme, ya no me pude levantar. Fue donde me agarraron los policías.

**PAUSA**

Narradora: La policía capturó a la adolescente. 

Sobreviviente 2: Me amenazaron diciéndome que si no me quedaba donde estaba, podían comenzar a disparar. Entonces me levanté y me dijeron que me hincara. Me hinqué. Luego que llamara a mis demás compañeras y compañeros para que los pudieran agarrar, pero en lugar de eso yo les dije que corrieran. Dos de ellas no hicieron caso y se acercaron a mí. Pero a mí me apuntaron con el arma en la cabeza. Luego ellos dispararon atrás de un compañero. No sabemos qué pasó con él. Eso fue donde el grupo se comenzó a dividir.

Narradora: Entre las tres y media de la tarde y las ocho de la noche del siete de marzo, la policía había logrado capturar a 43 chicos y 56 chicas. Les llevaron afuera del Hogar, frente al portón. Entre gritos, jaloneos y golpes, a las niñas les ordenaron sentarse en el suelo. A los niños les ordenaron acostarse boca abajo. A algunos los engrilletaron. 

Policía: “¡Siéntense! ¡siéntense!”  

Niñas: “Grabe esa mierda cómo nos están tratando”

Narradora: Por la tarde, entre las cuatro y las ocho, llegaron representantes de la Procuraduría de los Derechos Humanos y la Procuraduría General de la Nación. También llegó Carlos Rodas, el secretario de la Secretaría de Bienestar Social y Anahí Keller Zabala, subsecretaria de Protección y Acogimiento a la niñez y adolescencia. Estaba además Santos Torres Ramírez, director del Hogar. 

Frente al mismo portón, los policías y adolescentes seguían gritándose. Algunas agentes con gorros pasamontañas amagaban con golpear en la cabeza a las niñas que quisieran levantarse. Cuando vieron que los periodistas grababan, las policías golpearon las cámaras y ordenaron apagarlas.

A las seis y media de la tarde, la PDH presentó una solicitud de exhibición personal. 

Las exhibiciones personales son un mecanismo legal en el que un juez hace una visita para comprobar si alguien ha sufrido alguna violación a sus derechos. A pesar de la solicitud, la jueza de Paz del municipio de San José Pinula, Rocío Albany Murillo Martínez, no llegó al lugar para practicar la exhibición personal. Las razones por las que no apareció siguen en investigación. 

Narración: Christian Martínez Trejo era reportero del medio Guatevisión. Fue uno de los periodistas que llegaron esa noche a cubrir lo que pasaba en el hogar. Recuerda cómo era la escena. 

Christian Martínez Trejo:  Logramos entrevistar al menos a tres, cuatro niñas, señoritas pero las mismas relataban que ellas estaban manifestando, se querían ir, porque eran objeto de muchos actos indebidos que se les violentaban sus derechos y lo único que buscaban era un poco de justicia para ellas. 

Narradora: Jody García, la periodista que escuchabas antes, recuerda ver las imágenes del Hogar Seguro en la televisión, la noche del 7 de marzo.

Jody:  Lo que podías ver era una escena de decenas de niñas, niños y adolescentes sentados en las afueras del Hogar Seguro y controlados por la PNC, pero pasando frío, pasando hambre… No habían comido, no tenía ningún tipo de suéter ni nada. Entonces muchos de ellos denunciaron que las condiciones con las que los trataron en ese momento no eran las adecuadas para la crisis que estaban viviendo. Entonces muchas de las niñas también dieron declaraciones  a los medios de comunicación en ese momento y ahí, pues escuchamos sus motivos para querer escapar. 

Narradora: Vas a escuchar ahora el audio de un video que tiene, posiblemente, los últimos registros de la voz de algunas de las niñas y adolescentes. En medio de la noche, entre los gritos de los policías, ellas hablaron ante el micrófono de uno de los periodistas, que pidió no ser citado, que se acercó al lugar. 

Ella es Keila López Salguero, tenía 14 años. Moriría unas horas más tarde: 

Keila: Pues la verdad, hicimos un mini bochinche a todas las niñas y con los patojos porque no queremos estar en este hogar y por eso hicimos un bochinche. Porque nosotros la verdad, todas las niñas que miras aquí tienen familia, ¿verdad? Entonces los jueces no nos dejan ir. Entonces el hogar debería de ser para las personas que de verdad lo necesitan, no para nosotras que tenemos familia y recursos para irnos. Y los policías nos pegaron ahorita ¿va? cuando nos agarraron nos pegaron, entonces eso tampoco es así.

Narradora: Ana Rubidia Chocooj, de 16 años, habló a la cámara mientras sostenía con su mano izquierda un oso de peluche. 

Ana Rubidia: Yo soy una de las que no tienen familia y lo digo. Y esto lo anduve cargando en todo el camino porque aunque sea un peluche, pero lo amo con todo mi corazón. Pues la verdad no me gustó, cómo nos trataron los policías porque la neta un hombre pegarle a una mujer como si nada. Primero porque mañana es el día de la mujer ¿va? Y pues queríamos estar libres y no estar pasando lo mismo que pasamos todos los días aquí.

Narradora: Otra de las niñas que dio declaraciones esa noche sobrevivió.

Sobreviviente 4: Pues había unos policías que me agredieron. Aquí están las pruebas.

Narradora: Dijo esto mientras se levantaba la blusa rosada y mostraba el abdomen con algunas cortaduras. 

Sobreviviente 4: Y ahorita fui a dejar la declaración y pues la verdad que yo en buena onda me entregué, ¿verdad? Y ellos pues actuaron muy mal conmigo, de veras a todos. 

Gritos: “A todas nos pegaron” “Esta es la prueba que la autoridad es corrupta”.

Narradora: Una de las decisiones que tomaron esa noche las autoridades del Hogar y de la Secretaría de Bienestar Social fue delegar el control de la crisis a la Policía Nacional Civil. La Fiscalía de Femicidio lo cuestionaría después. La decisión se tomó a pesar de que, según los registros de la PGN, los adolescentes no habían cometido ningún delito ni estaban en conflicto con la ley. 

Años después, Carlos Rodas, el entonces secretario de la SBS, y quien hoy es uno de los acusados en el caso penal, justificaría la decisión. Este es Rodas, en una entrevista realizada por Ocote en 2021: 

Carlos Rodas: Para nosotros hay circunstancias por las cuales ameritó la presencia de la Policía. En ese momento había información, cierta o no, pero nos la hicieron ver ahí trabajadores de la Secretaría que estaban bajo amenazas de muerte y bajo amenazas de agresiones físicas con el reingreso de los adolescentes. De esa cuenta, se pidió el auxilio para que hubiera una fuerza mayor porque la secretaría no cuenta con armas, el personal no  utiliza armas de fuego, tonfas. No hay una manera de poder contrarrestar una situación violenta más que la palabra. Es el único medio del que se dispone y se capacita al personal para poder nivelar o equilibrar una situación de una agresión en este caso. 

Narradora: Según las investigaciones de la Fiscalía, al momento de la captura, los chicos y las chicas no tenían armas. Durante la revuelta, cuando intentaron escapar, habían utilizado tubos de metal y palos, pero a esas horas de la noche, según los reportes de la misma Policía, ninguno portaba ya estos objetos. En las audiencias posteriores del caso, no se presentaron pruebas que pudieran acreditar que los jóvenes tuvieran en algún momento armas de fuego. 

A las doce menos cuarto de la noche del siete de marzo, el personal del Hogar Seguro, firmó un acta. En una hoja en líneas, a mano, escribieron que no estaban de acuerdo con que los jóvenes que habían huido regresaran al Hogar. Decían, y cito textual: 

“Las instituciones PDH y PGN querían que regresaran, a lo que no estamos de acuerdo puesto que durante el corto tiempo que pasaron fuera, robaron, golpearon a gente inocente, se drogaron y mantuvieron relaciones sexuales entre ellos y el regreso pone en riesgo al resto de la población”. 

Esta acta, según expertos, no tiene carácter legal, porque ningún funcionario público puede argumentar que abandona sus labores, y menos cuando estas implican el cuidado de niños y adolescentes. 

La Policía Nacional Civil quedaba con el control del centro y de los jóvenes, algo que según abogados consultados, tampoco es legal.

***

Narradora: Después de casi cuatro horas frente al portón del centro, a las dos y media de la madrugada del 8 de marzo, el personal del Hogar Seguro metió a los jóvenes a las instalaciones. La periodista Jody García cuenta cómo hicieron la distribución. 

Jody: Las autoridades decidieron ingresar a los hombres a un auditorio dentro de las instalaciones del hogar, seguro que era un área muchísimo más grande donde los niños podían estar como separados y en bancas y todo. Y deciden ingresar a las niñas a un aula muy pequeña que se utilizaba para recibir clases. Y las 56 fueron encerradas ahí. No sabemos por qué a los hombres les deciden encerrar en un área muchísimo más espaciosa y a las mujeres en una más pequeña. 

Narración: A las 56 niñas y adolescentes las hacinaron en un salón de 7 x 6.8 metros. Un aula que solo tenía la capacidad para 26 personas de pie. Si se usara como dormitorio, apenas cabrían once personas. Ellas eran cinco veces más. Las encerraron con llave y candado.

Sobreviviente 2: Pero lo malo era que no había tantas colchonetas para las 56 que habíamos. En una colchoneta teníamos que dormir como cuatro, tres chicas, no había con qué nos pudiéramos tapar. Al día siguiente eran como tipo seis de la mañana donde había entrado un policía a preguntarnos si queríamos comer. Varias le dijimos que sí. 

Narradora: Los cocineros del Hogar Seguro les llevaron el desayuno en platos de duroport. Unas monitoras pasaron asistencia. 

Algunas niñas pidieron permiso para ir al baño, pero solo dejaron salir a unas pocas.

Sobreviviente 2: Pues, fuimos al sanitario afuera. Luego comenzaron unas policías a decir que ya no nos iban a dar la autorización porque se había tapado el baño. Entonces algunas se quedaron sin poder ir y otras que sí fueron, pues, dijimos que ya estábamos cansadas porque estábamos apestosas. Algunas que pasamos en el río de las aguas negras. Apestábamos demasiado. Pero nos dijeron que no, que no nos iban a dar la autorización. Entonces comenzaron mis compañeras con las mismas colchonetas a poder hacer casitas para poder hacer sus necesidades.

Narradora: A las 7:59 de la mañana volvieron a cerrar la puerta con candado. 

Estaban exhaustas. Apenas habían logrado descansar esa noche, el cuarto olía a excremento, había un  calor asfixiante, era difícil respirar. Solo había una ventana con barrotes que no dejaba entrar mucho el aire. Comenzó la desesperación. Algunas empezaron a gritar. Otras intentaron abrir la puerta a la fuerza.

Sobreviviente 2: Y comenzamos a ver del otro lado si había alguien de nuestros compañeros. En ese momento se acercaron otras dos a tapar las ventanas del aula con las mismas colchonetas. Nosotras dos estábamos en las ventanas, nos quitamos de ahí. Y nos fuimos a jugar con otras compañeras. 

Narradora: En algún momento, entre las 8 y 8:30 de la mañana, una de las adolescentes sacó de sus bolsillos una carterita de fósforos. 

Sobreviviente 2: Luego se acercó una compañera y comenzó a encender. Fue donde comenzó a salir el humo. 

Noticieros:

Según se ha dado a conocer hace algunos momentos se ha producido un incendio

Yo acabo de ver a unas niñas que están quemadas” “Que nos abran, que nos dejen entrar a verlas por favor” “Solo los bomberos, solo los bomberos”

Familiar: Llegó una tía de mi nena y me dijo como a la una en un punto: “Heidy, está en las noticias, y me dijo: “No le han venido a decir nada?” “No, ¿por qué?” “Porque salió que se quemó el Hogar Seguro” Cuando me dijo así dije no puede ser. 

Narradora: Este es el primer episodio de la miniserie No fue el fuego de Radio Ocote. Una crónica sonora que relata los sucesos del 7 y 8 de marzo de 2017 en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción en Guatemala.  

Escucha la segunda parte de este episodio en Spotify, Apple Podcast, Google podcast, o en tu plataforma de podcast favorita. También puedes explorar todo el especial transmedia en nofueelfuego.agenciaocote.com

El guion de este podcast lo hice yo, Melisa Rabanales. La edición es de Carmen Quintela. Isaac Hernández realizó el montaje y la producción sonora, con el apoyo de Jose Manuel Lemus. Las ilustraciones son de Rosario Lucas.

Para la construcción de este episodio se utilizaron investigaciones y entrevistas realizadas por periodistas del especial “No fue el fuego”: Verónica Orantes, María José Longo, Jody García,  con la edición de Daniela Rea; y el trabajo audiovisual de Monica Wise y Victoria Bouloubasis durante los últimos cuatro años y para el especial transmedia No fue el fuego.

La reconstrucción de archivo de los hechos fue recopilada por Carla Natereno. Los datos se cotejaron con material de archivo y de los medios de comunicación Prensa libre, Noti7, y TN23, con videos y audios de cortesía de la organización 8 Tijax ; con información de las audiencias de primera declaración; y con el informe de la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos: “Las víctimas del Hogar Seguro Virgen de la Asunción. Un camino hacia la dignidad”. Agradecemos el apoyo de Carolina Escobar Sarti, también parte de la junta directiva de Asociación Ocote. 

Jenny Marroquín es la gestora de comunidad de este especial. La voz institucional de Radio Ocote Podcast es de Lucía Reinoso Flores. Julio Serrano Echeverría es el coordinador creativo. Alejandra Gutiérrez Valdizán es la directora general y editorial de Ocote.

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