Episodio 2: El incendio

Por Melisa Rabanales

Este es un episodio de podcast. Para escucharlo, dale play al enlace de abajo.

Si quieres leer la transcripción de este episodio la dejamos aquí. 

 

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TRANSCRIPCIÓN 

 

Narradora: En el episodio anterior de No fue el fuego 

 

Sobreviviente 2: … algunas que decían que estaban embarazadas las ponían a correr y algunas sí sabían las monitoras, pero igual las ponían a correr, a dar cien vueltas en el campo…

Carolina Escobar:  ..y resulta que es como las decimonónicas europeas donde había de todo, donde habían violaciones, tortura…

Keila Salguero:  Pues la verdad, hicimos un mini bochinche a todas las niñas y con los patojos porque no queremos estar en este hogar…

 

 Sobreviviente 4: Pues había unos policías que me agredieron. Aquí están las pruebas.

Jody García: Y deciden ingresar a las niñas a un aula muy pequeña que se utilizaba para recibir clases. Y las 56 fueron encerradas ahí.

Sobreviviente 2: Entonces comenzaron mis compañeras con las mismas colchonetas a poder hacer casitas para poder hacer sus necesidades.

 

 

Narradora: El 8 de marzo de 1908, 129 mujeres declaradas en huelga murieron en un incendio, encerradas en una fábrica de Nueva York, mientras exigían sus derechos. Esa fecha pasaría a la historia y marcaría el Día Internacional de la Mujer. 

 

Un siglo después, la mañana del 8 de marzo de 2017, mientras miles de mujeres en todo el mundo marchaban, protestaban y conmemoraban la fecha, en San José Pinula, un municipio al suroccidente de la Ciudad de Guatemala, 56 niñas fueron encerradas en una pequeña aula. Eran niñas que un día antes habían intentado huir de los abusos, la tortura y la violencia que vivían en el albergue estatal. 

 

Soy Melisa Rabanales, periodista de Ocote, y este es el segundo episodio de la miniserie No fue el fuego, una crónica sonora que relata los hechos del 7 y 8 de marzo de 2017 en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción. Este podcast es parte del proyecto transmedia “No fue el fuego”. 

 

Si aún no has escuchado el primer episodio de esta serie, puedes hacerlo en nofueelfuego.agenciaocote.com o en tu plataforma de audio favorita. 

 

Este episodio contiene descripciones y registros sonoros fuertes, te recomendamos discreción. 

 

Narradora: Era miércoles. Ocho de la mañana, un día soleado. El Hogar Seguro Virgen de la Asunción, un albergue estatal de Guatemala para niños, niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad,  aún tenía huellas del intento de fuga del día anterior. Había ventanas rotas y tubos de metal en el piso. Policías y personal de la Procuraduría General de la Nación y de la Procuraduría de Derechos Humanos hacían rondas. Supervisaban el auditorio principal donde habían encerrado a los chicos, y custodiaban el aula de 7 por 6.8 metros en la que estaban encerradas las chicas.

 

Afuera, frente al portón principal, madres, padres y familiares de las niñas y niños albergados exigían entrar. Habían llegado al Hogar Seguro después de ver por la televisión la revuelta de la noche anterior. Estaban seguros de que algo malo había pasado. 

 

Algunos medios de comunicación nacionales transmitían en vivo las imágenes y las voces de los familiares. 

 

Noticiero TN23:  Madre: “Yo vengo por una niña, porque yo vi anoche que unas niñas se estaban quejando que los policías, las estaban tocando. Yo vi una niña en brassiere. Entonces yo estoy preocupada por mi hija. Yo quiero saber, yo quiero verla, por lo menos un minuto, dos minutos, que yo sepa que ella está bien. Yo me voy a tranquilizar, yo vengo desde lejos. 

Padre:“Uno por uno, media vez los miremos, yo me voy tranquilo”

 

Narradora: Un trabajador del Hogar Seguro intentaba darles explicaciones. Les decía que no podían pasar todos juntos y prometía gestionar el ingreso de dos en dos. 

 

Noticiero TN23: “Solo por hoy, mientras se normaliza ahí adentro” “¿Están todos? “Ehh, sí, ya estamos al pendiente de eso” “Les pido la calma y la comprensión a ustedes, que nos entiendan”.

 

Narradora: A las 8:58  de la mañana, el personal del Hogar dejó pasar a un hombre y a una mujer con la promesa de ver a sus hijos. No durarían ni un minuto adentro, los sacarían inmediatamente. 

 

El noticiero TN23 captó la escena. El padre salió rápido, movió su cabeza hacia ambos lados, buscaba a los periodistas. Le costaba respirar y hablar al mismo tiempo. Era el primero en dar la noticia afuera:

 

Noticiero TN23: “Nos volvieron a sacar porque allá adentro hay un incendio ahorita. Están incendiando allá adentro. Están incendiando allá adentro. Nos tienen que dejar entrar por favor. Déjenos entrar por favor porque hay un incendio”.

 

Narradora: Mientras los familiares exigían explicaciones y gritaban que los dejaran entrar frente al portón, adentro, el infierno ya se había desatado.

 

En la madrugada de ese día, 56 niñas y adolescentes entre 13 y 17 años que habían participado en la revuelta, fueron encerradas con candado en un aula que solo tenía la capacidad para la mitad de ellas, si hubiesen estado sentadas en los escritorios. Si el lugar se usara como dormitorio, cabrían nada más once personas. Estaban encerradas 56.

 

Una de ellas era una adolescente que el día anterior, durante la fuga, sufrió una luxación en la cadera después de caer de uno de los techos del Hogar. Escuchaste su voz en el primer episodio de esta serie. Omitimos su nombre y el de las demás sobrevivientes entrevistadas por su seguridad. 

 

Stef Arreaga, del colectivo 8 Tijax, una organización que se formó a partir del 8 de marzo del 2017 , por voluntarias que han acompañado durante los últimos cuatro años a las sobrevivientes y sus familiares, asegura que el hospital al que le llevaron tras la caída había recomendado que la adolescente se quedara internada para monitorear su recuperación. Pero dice Stef que el personal del Hogar Seguro decidió sacarla el 7 de marzo en la noche y regresarla al albergue. La encerraron también en el aula. 

 

Sobreviviente 2: Sin chamarra, sin sábana ni nada, así solo la colchoneta y nosotras. Y ya tipo a esa hora de la noche hace demasiado frío, porque es una montaña. La cosa es de que yo tenía una camisa de tirantes negra, el pantalón negro pero roto. Hacía demasiado frío, todas tenían que quedarse abrazadas. Al segundo día, amanecimos. 

 

Narradora: Según Stef Arreaga, la adolescente que acabas de escuchar no fue la única a la que sacaron del hospital. El colectivo 8 Tijax se enteraría después que otra niña que también se había lastimado durante la revuelta fue retirada del hospital y devuelta al hogar la noche del 7 de marzo, donde también la encerrarían en el aula.

 

Una de las sobrevivientes recuerda que esa madrugada, algunas policías que custodiaban la puerta bromeaban con que no las dejarían salir. 

 

Sobreviviente 1: Hicieron comentarios de que la llave se perdió, de que las llave se extravió, de que no sabían dónde estaban las llaves, y así sucesivamente. Pues nada, solo dijeron que nos durmiéramos y ahí quedo. 

 

Narradora: En la mañana, el personal del hogar les llevó desayuno. Monitoras y psicólogas pasaron lista. Algunas niñas pidieron ir al baño, pero la Policía les prohibió la salida.  

 

De acuerdo con la investigación de la fiscalía, Lucinda Marroquín Carrillo, subinspectora de la comisaría 11 y quien estaba al mando del grupo de policías, volvió a cerrar la puerta negra, de metal, con candado.

 

Adentro, algunas chicas tuvieron que hacer sus necesidades en una esquina del aula. Estaban sucias, desesperadas.

 

Eran niñas y adolescentes que un día antes, el 7 de marzo, habían intentado huir el Hogar después de haber denunciado malos tratos, tortura, violaciones y abuso sexual. 

 

Pero el intento de fuga frustrado, los golpes de los policías que las habían detenido, la violencia dentro del albergue, las quejas no escuchadas, el frío que habían pasado en la noche frente al portón y el encierro… Les hicieron acumular más la rabia. 

 

Según la reconstrucción de los hechos que haría el Ministerio Público en la audiencia de primera declaración del caso, entre las 8:57 y 8:58 de la mañana, en un intento de llamar la atención de la Policía, dos adolescentes taparon la ventana del aula con algunas colchonetas. 

 

Narradora: Una de ellas sacó una carterita de fósforos que llevaba en el bolsillo de su pantalón.

 

Encendió uno y lo acercó a las colchonetas. Se inició el fuego. 

 

Narradora: Así recuerdan dos de las sobrevivientes el inicio del incendio.

 

Sobreviviente 3:  O sea, yo estaba de espaldas porque el incendio empezó atrás mío. Y de repente todas salieron gritando, corriendo, y volteé a ver qué era. Cuando miré que era un pequeño fuego, no me preocupé pero de repente se agrandó así, demasiado rápido. Éramos muchas y no cabíamos ahí.

 

Sobreviviente 2: Pero cuando comenzaron mis compañeras a gritar, a pedir auxilio, una de los policías nos contestó que si fuimos pilas para fugarnos, que fuéramos pilas para enfrentar el fuego también

 

Narradora: Según la Fiscalía de Femicido del Ministerio Público, quien les gritó desde afuera del aula fue la oficial Lucinda Marroquín. Quien se había quedado con la llave del candado después de cerrarlo. 

 

De acuerdo con información de la misma fiscalía, las cámaras de seguridad del Hogar revelaron que pasadas las nueve comenzó a salir humo del aula. Marroquín abrió la puerta nueve minutos y treinta segundos más tarde. 

 

Narradora: Así lo explica Jody García, periodista que durante los últimos cuatro años ha seguido el caso judicial del Hogar Seguro, que se abrió después del incendio. Ella también forma parte del especial de Ocote, “No fue el fuego”

 

Días después del incendio, Jody estaría en esa audiencia de primera declaración de los primeros acusados: quien entonces era secretario de Bienestar Social de la Presidencia, Carlos Rodas; la subsecretaria de Protección de la Niñez, Anahy Keller; y el director del Hogar Seguro Virgen de la Asunción, Santos Torres.

 

En esta audiencia, el Ministerio Público presentó los indicios para aclarar las responsabilidades.

 

Jody García: A través de las cámaras de seguridad se puede ver que alrededor de las nueve con tres minutos de la mañana empieza a salir humo de fuego de esta habitación y luego según la investigación y peritajes de incendios que presentó el Ministerio Público. El incendio duró alrededor de 9.5 minutos y alcanzó una temperatura superior a los 300 grados centígrados y expuso a las niñas a gases letales.  

 

Narradora: Nueve minutos y medio en los que las niñas no pudieron salir del aula y las llamas las alcanzaron.  Es aproximadamente el tiempo que llevas escuchando este episodio. 

 

En una entrevista que daría dos años más tarde a las documentalistas Monica Wise y Victoria Bouloubasis, una de las sobrevivientes recordaría cómo vivió esos minutos que le parecieron eternos. Los gritos de las compañeras que, pegadas a la puerta, la golpeaban con las dos manos y la pateaban para que les abrieran. Recuerda su propia desesperación.

 

Sobreviviente 2: Entonces, nos quedamos acorraladas a una esquina mientras el fuego se agrandaba y en un par de minutos salió lo que es el humo negro y de ahí ya no se miró nada. Y sólo se sentía lo que era el vapor caliente y el humo que ardía cuando respiraba. Yo solo esperé a quemarme porque era demasiado grande, nada se podía hacer. Era muy grande el fuego, era demasiado grande. No encontrabas la manera de pensar. No podías respirar. Nada más que escuchar los gritos y los gritos y los gritos, el calor. Y el humo. El miedo. La desesperación. Solo podías pensar en: “Voy a morir, voy a morir”. Y nada más que resignarse.

 

Narradora: Según la misma investigación del Ministerio Público, el incendio provoca que dentro del aula quede menos del 21% del oxígeno necesario para vivir. 

 

Unas niñas mueren sofocadas antes de ser alcanzadas por el fuego. Otras se queman casi de inmediato. Los gritos siguen. 

 

Narradora: Después de esos nueve minutos y treinta segundos, Lucinda Marroquín abre la puerta del aula . Las que están más cerca salen como pueden.

 

Sobreviviente 1: Yo solo me recuerdo que me levanté, agarré a compañeras, las saqué. Y ahí donde me fueran a encontrar ya, pero afuera del aula ya estaba solo en la espalda quemada. Y ya no pude tener más fuerzas para ir a rescatar a las demás.

 

Narradora: Los policías, el personal del albergue y los monitores entran para socorrer a las niñas. Los extintores del hogar no funcionan,  así que el personal corre a buscar contenedores de plástico que llenan con agua para apagar el fuego. Otros los vierten encima de las chicas quemadas. También mojan sábanas, envuelven a las adolescentes en ellas y las sacan del  aula. 

 

Sobreviviente 2:  Y pues yo me pude salvar porque me acordé de todo lo malo que había hecho. No sé cómo le hice pero me puse a orar también. Al momento que me puse a orar fue donde vi a un ángel de donde en la esquina de donde yo había dormido. Señalándome la puerta. No pensé en nadie, sólo vi la puerta abierta y decidí salir. No sé cómo le hice tampoco, pero me pude poner boca abajo. Vi a los policías grabando la puerta como si nada. Me levanté, caminé. Luego llegué y me senté en una banca. A pedir ayuda. Y al momento llegaron cocineros a tirarme agua. Y el agua para mi fue alcohol. Luego me llevaron, me pusieron en una sábana con agua. 

 

Narradora: En medio del estupor, las que salen, empiezan  a sentir los efectos del fuego y el humo. 

 

Sobreviviente 3: A mitad del camino me aguadé o me desmayé, no sé. Pero cuando sentí, ya me llevaban arrastrada. Me tiraron dos botes de agua llenos. Sentía que me ahogaba porque me querían tirar otro bote pero ya no quise porque me ahogaba ahí con tanto humo. Era casi difícil respirar. Después nos llevaron a donde hacíamos las llamadas, para llamar a nuestros familiares. Y me dejaron ahí tirada. 

 

Narradora: En el auditorio donde habían pasado la noche, los chicos de San Gabriel escuchan los gritos de sus compañeras y el caos fuera del aula. Algunos salen  a ver qué pasa.

 

El audio que escucharás ahora proviene de un video grabado por uno de los monitores dentro del hogar, que pidió que no se revele su nombre. En él se escucha a los jóvenes, al enterarse del incendio. Se les escucha correr por los techos de los módulos del hogar para intentar llegar al lugar donde estaban los cuerpos quemados de las niñas.

 

***PAUSA DEL MEDIO***

 

Narradora: Afuera del hogar, los familiares, alertados por el hombre que había logrado entrar al albergue entraron en pánico. Los funcionarios del Hogar Seguro seguían sin abrir las puertas. 

 

Las madres, los padres y los periodistas solo podían sospechar lo que pasaba a través de las ranuras y los espacios que quedaban entre el portón y la acera. Desde ahí, una cámara captó cómo el personal del albergue corría con baldes de agua de un lado a otro de las instalaciones. 

 

Noticiero TN 23: “En este momento no se ha hecho presente ningún cuerpo de socorro, lo que podemos ver en este lugar es fuerte movimiento en el interior y se logran escuchar incluso hasta acá afuera los gritos de los niños. Señora usted logra escuchar…” 

“Sí, yo escucho el grito de las niñas. Yo estoy preocupada, yo quiero que me dejen entrar” “Porque yo vi que llevaban unas niñas envueltas en sábanas, iban quemadas” “Yo quiero saber cómo está mi hija”. 

“Se puede escuchar en estos momentos cómo el personal del Hogar y Policía Nacional Civil están sacando a las personas, y pertenencias” 

 

Narradora: En un momento de la transmisión en vivo del medio TN23, se ve llegar a la que, según el reportero, era la primera ambulancia que se presentaba. El personal del Hogar abrió el portón y la dejaron entrar.

 

Días más tarde, en una citación en el Congreso de la República con las Comisiones del Menor y de Transparencia, el Mayor de los Bomberos Voluntarios, Edgar Augusto Ramírez, diría que, ese 8 de marzo, los bomberos no habían podido entrar inmediatamente. Que el personal del Hogar los había hecho esperar cerca de 40 minutos. 

 

Noticiero TN23: “Que los dejen entrar por favor” “Abran” “Solo los bomberos van a entrar” “nadie va a entrar de ustedes” “Solo los bomberos, solo los bomberos”.

 

Narradora: En los siguientes 50 minutos, según las actas de los Bomberos Voluntarios y Municipales, llegaron al menos diez ambulancias más.

 

Algunas adolescentes yacían fuera del aula, gritaban.

 

Sobreviviente 3 : Todas las demás niñas que habían sacado de principio estaban gritando y yo sólo sé que trataba de moverme pero no podía, no aguantaba ni mi mano. Después escuché que una monitora estaba diciendo a los bomberos que las que no se movían era porque estaban muertas. Entonces, no sé ni cómo le hice pero me senté así. La verdad que no sé ni cómo le hice. Y me senté y el bombero me miró y sólo sé que él dijo que ella estaba viva y me cargaron. Me subieron a la ambulancia con tres o cuatro patojas más y a mitad de camino me desmayé. De ahí ya no recuerdo nada.

 

Narradora: Cuando los bomberos llegaron, 19 niñas ya habían muerto. Estaban totalmente quemadas. Después iniciaron el traslado de las que seguían con vida a hospitales públicos en la capital de Guatemala. Como no había suficientes ambulancias, en algunas llevaban a varias niñas. Las que tenían heridas más graves iban en camillas, otras sentadas. 

 

Carolina Escobar, directora de La Alianza, una organización no gubernamental que acoge a niñas y adolescentes sobrevivientes de trata y violencia sexual, se enteró de la noticia por una llamada de uno de los trabajadores del hogar, con quien tenía comunicación. 

 

No lo pensó mucho, en ese momento no sabía muy bien a qué iría, pero sabía que tenía que llegar al Hogar Seguro. Dejó la Alianza, tomó su carro y manejó por casi 26 kilómetros, unos 50 minutos, mientras imaginaba lo peor. Temía encontrar caras y cuerpos conocidos de algunas de las niñas que habían estado albergadas en  su institución. Temía no reconocerlas. 

 

En medio del caos, encontró a algunas personas que trabajaban en el Hogar Seguro y que la conocían por su trabajo con la niñez y adolescencia. La dejaron entrar.

 

Carolina Escobar: Y ya me entran y bueno, entonces era como una nadie, como un fantasma en ese lugar porque nadie me espera. Me conocían, pero estaba cada quien en lo suyo, entonces nadie me miraba, por lo cual me pude desplazar, de cierta manera bastante sola, adentro.

 

Narradora: Carolina describe el lugar, repleto de bomberos que entraban y salían, de policías que gritaban y pedían más baldes de agua. Se escuchaban también los gritos de dolor de las adolescentes. 

 

Carolina no se pudo acercar mucho al aula. Así que decidió ir hacia los demás módulos para verificar que los otros 550 niños y niñas que registraba entonces la institución se encontraran bien. 

 

Mientras caminaba, se encontró con una niña conocida, que no había estado encerrada en el aula.

 

Carolina Escobar: Entonces me acuerdo perfectamente que sale *** que había estado con nosotros en la Alianza y corrió. Corre y me abraza y se pone a llorar y nos sentamos en la orilla de un módulo y me comienza a contar cómo oían los gritos y cómo habían sentido tanta angustia y que no las dejaban salir y entonces, nos quedamos ahí fácil una media hora con ella en lo que la de PDH seguía preguntando adentro de las cabañas, cómo había sido, qué habían oído. 

 

Narradora: Carolina supo que tenía que documentar lo que pasaba dentro del albergue. Mientras los medios de comunicación esperaban afuera, ella consolaba a algunas adolescentes, trataba de encontrar caras conocidas y tomaba fotos del lugar. Luego fue al auditorio donde estaban los niños y adolescentes de San Gabriel. 

 

Carolina Escobar: Todavía tenía un olor a pipí horrible, porque como no habían podido salir al baño. Y unos estaban acostados en el suelo boca arriba. Un par de chiquitos me acuerdo que para mí eran muy chiquitos, la verdad, estaban como atontados. Entonces bueno, ahí caigo en cuenta que que les habían dado algo seguro en la comida porque no, no estaban como en ese estado de alerta que uno se pone cuando cuando pasa una tragedia. Sino así echados en frente o realmente como no conozco sus historias, a lo mejor eran niños o jóvenes que habían vivido muchísimo y estaban como disociados en ese momento, quién sabe, pero estaban tirados en el suelo como atontados. Esa fue la impresión y si ves las fotos te lo corroboran, ¿verdad?. 

 

Narradora: Carolina también vio cómo, en medio del desconcierto y el caos, algunos monitores comenzaron a llamar a niños y niñas de otros módulos. Les decían que sus familiares estaban afuera, y, sin ningún tipo de control, los dejaban salir. 

 

Esto fue un procedimiento ilegal. Los jóvenes de ese albergue estaban ahí por una orden de un juez y bajo la tutela del Estado. Así que solo podían salir después de una investigación y de una orden judicial. Pero además, era muy peligroso. Según Carolina, nadie verificaba que se fueran con familiares idóneos. Nadie garantizaba, por ejemplo, que sobrevivientes de abuso sexual o de trata de personas se fueran a encontrar con sus mismos abusadores a la salida. 

 

Todo adentro parecía desmoronarse. 

 

Narradora: Para los familiares de las niñas, la espera era angustiante. Varias personas habían llegado a las afueras del Hogar para verificar si algunas de las adolescentes heridas que sacaban los bomberos eran sus hijas. 

 

Otros familiares que no estaban en la capital, veían por la televisión las imágenes. Y algunas madres decidieron ir directo a los hospitales. A una de ellas, cuyo nombre reservamos por seguridad, ya la escuchaste al final del primer episodio de esta serie. 

 

Madre: Y como me dijeron que sí había una persona que se llamaba Nayeli pero como habían varias no sabían si era ella o no. Pero entonces  mi corazón me decía que me quedara ahí en el hospital y no fui ni al hogar ni a preguntar ni nada, me fui directamente al hospital. 

 

Narradora: Los bomberos llevaron a algunas de las niñas al Hospital San Juan de Dios y a otras al Hospital Roosevelt. Periodistas ya esperaban en los allí.

 

NoticieroTN23… Vienen con serias quemaduras, las pacientes, las personas, las menores de edad. Son adolescentes mujeres las que han llegado en este momento…”

Narradora: Muchas habían llegado con más del 80% de su cuerpo quemado, irreconocibles. 

La mujer intentó encontrar algún rastro de su hija entre las adolescentes que llegaban al Hospital General San Juan de Dios. 

 

Madre: Y de ahí no me moví hasta que entré y reconocí a mi hija por el pie que tenía bueno. Estaba inconsciente, tenía vendajes en todo el cuerpo. Entonces me dijeron que no me desapartara del hospital porque mi hija estaba muy delicada, pero era de las que estaban esperando que muriera rápido y  pasó toda la noche y me dijeron que no me desapartara porque de un momento a otro ahí iba a quedar todo. 

 

Narradora: Ese mismo día, a las 6 menos 20 de la tarde, el Gobierno del entonces Presidente Jimmy Morales lanzó un comunicado en redes sociales donde lamentaba la muerte de las niñas y la tragedia ocurrida en el albergue. En ese mismo comunicado anunciaba la destitución de Santos Torres, director del Hogar. 

 

Un día más tarde, el Congreso citó a quien entonces era jefe de la comisaría 13 de la Policía Nacional Civil, Wilson Petronilo López Maldonado. Ahí, se daría a conocer que había sido el mismo Jimmy Morales, quien, el 7 de marzo, el día del motín, le ordenó vía telefónica que mantuviera a la Policía Nacional Civil a cargo de las niñas, niños y adolescentes. 

 

Esta orden se dio aunque esa no era competencia de la Policía porque, como explicamos en el episodio anterior, ninguno de los adolescentes estaba en conflicto con la ley.  

 

Para el 9 de marzo la cifra de fallecidas había subido a 31. En las siguientes semanas morirían 10 más. El incendio provocó en total, la muerte de 41 niñas. 

 

música de transición. 

 

El 9 de marzo el Presidente Jimmy Morales informó en una conferencia de prensa sobre el cierre del Hogar y el traslado de los otros jóvenes que quedaban en el albergue.

 

Jimmy Morales: Los menores del Hogar Virgen de la Asunción han sido trasladados y reubicados. No regresarán al hogar por el momento, debido a que los expertos nos han indicado que eso sería contrario a su pronta recuperación emocional y psicológica por lo que el hogar quedará temporalmente fuera de funcionamiento. Se ha coordinado con el organismo judicial y con la PGN, la instalación de juzgados móviles que han permitido en un plazo de 24 horas, reunificar a más de 70 niños con sus familias.  

 

Narradora: Días más tarde, ante las denuncias de algunos diputados que le responsabilizaban de la tragedia, Jimmy Morales dijo, en otra conferencia, que no podían culparle, que se trataba de un problema de otras instituciones. 

 

Jimmy Morales: Tenemos que reconocer que todas las instituciones han reconocido que no es un problema ocasionado, ni únicamente, que pueda responsabilizarse al Ejecutivo. 

 

Narradora: Algunas de las niñas que sobrevivieron fueron trasladadas de emergencia a hospitales en Estados Unidos. Lo hicieron con el apoyo de la embajada estadounidense, organizaciones sociales, el Ministerio de Relaciones Exteriores y algunos empresarios. Ahí tendrían más oportunidad de recuperarse. 

 

Mientras tanto, en Guatemala, los familiares de las 41 fallecidas intentaban identificar los cuerpos quemados de sus hijas. Tuvieron que hacerlo sin apoyo del Gobierno.

 

Organizaciones sociales, ciudadanas y ciudadanos voluntarios fueron quienes los acompañaron en los que, posiblemente, fueron los momentos más duros de sus vidas. 

 

Vas a escuchar ahora a Mayra Jiménez, de 8 Tijax, en una entrevista en 2019:

 

Mayra Jiménez: La gente por alguna razón nos pedía que las acompañáramos a hacer el reconocimiento forense de sus hijas. Y yo a la primera persona que me lo pidió le dije: “Con mucho gusto, está bien”. Yo no sabía que me estaba metiendo y dije que estaba bien. Yo nunca había visto un cadáver y nunca había visto una niña muerta y menos estaba preparada para verla en la forma en que la vi.

 

Narradora: Mayra recuerda entrar a la morgue y ver cuerpos calcinados. Algunas del tórax para abajo, otras del tórax para arriba. De otras solo podían distinguirse las plantas de los pies. Fueron a las oficinas del Instituto Nacional de Ciencias Forenses.

 

Mayra Jiménez: 9:48 Nos llevamos a la mamá, por ejemplo.  Y le decíamos: “Va, lo más entero que tiene, lo que se puede ver mejor son los dedos de los pies. Entonces vamos a pensar en cómo eran sus dedos cuando era chiquita”. Es decir, yo me la llevaba a una esquina. Eso no lo iba a hacer el de la morgue. Ni había tampoco un psicólogo o una psicóloga para hacer eso. Lo teníamos que hacer nosotros y nadie nos lo enseñó.  La mamá la reconocía y yo no tenía que ver a través del vidrio a la niña porque para qué, no era necesario, ella estaba reconociendo a su hija. Pero era en los casos donde tenían más entera la cara, el rostro, los rasgos se les notaban mucho mejor.

 

Narradora: Y mientras las semanas pasaban y los familiares intentaban identificar los cadáveres, algunas sobrevivientes despertaban en otro país, con un cuerpo que no reconocían.

 

Sobreviviente 3: Y pasar cada cirugía sin nada de tus padres y allá todo es más fuerte, la morfina es más fuerte, la anestesia es más fuerte. Y es doloroso. Amanecer, despertar. Una: no ver a tus padres. Otra: sentir el gran dolor y soportar el lenguaje que no entendés. Pasar la terapia. Me acuerdo que la primera vez que me desperté, me levanté, no podía aguantar ni mi propio peso. A mi me pararon y me caí. No tenía fuerzas para nada. Me miré una vez al espejo y tenía la cara negra. Mi piel estaba muy ligosa. Fue horrible ver todo eso y afrontarlo sola. Es difícil.

 

Narradora: Y no fue solo la recuperación, fue también volver a Guatemala. Algunas debían seguir bajo la tutela del Estado. 

 

Sobreviviente 3: Y después venir a tu país y que te metan a otro hogar.

 

Narradora: Para mayo de 2018, de las 15 sobrevivientes, seis estaban de regreso en hogares de protección. 

 

Pasaron días primero. Luego semanas, después meses y años. Más de cuatro años. Las sobrevivientes crecieron, la mayoría de ellas tuvieron hijos e hijas antes de cumplir los 18 años. Después del incendio, volvieron a ser invisibles para el Estado. En Guatemala, que se ubica entre los países más impunes del mundo, en el puesto 59 de 69 según el Índice Global de Impunidad elaborado por la Universidad de las Américas Puebla,la justicia en este caso también ha tardado en llegar.

 

Jody: Han pasado cuatro años después del incendio en el Hogar Seguro y pues algo muy importante de resaltar es que ya toda la sobrevivientes son mujeres adultas que crecieron sin obtener justicia por lo que le sucedió. Entonces hasta el momento, el caso se ha retrasado por amparos y por acciones del mismo juez.   Y se espera que el primer grupo El caso está dividido en tres grupos y se espera que el primer grupo enfrente juicio de marzo del siguiente año. Sin embargo, pues, a la fecha del juicio se ha atrasado en otros momentos.

 

Narradora: Durante estos últimos cuatro años se procesó a 11 funcionarios públicos. Muchos de ellos demostraron que no estaban capacitados para su cargo. 

 

Los primeros acusados fueron:  Carlos Rodas, exsecretario de Bienestar Social de la Presidencia; Anahí Keller Zabala, exsubscretaria de Protección y Acogimiento a la Niñez y Adolescencia de la SBS y Santos Torres, quien era director del Hogar.

 

Rodas y Keller eran los responsables de todos los hogares de protección del Estado. Torres, estaba a cargo del Hogar Seguro. Algo que se ha cuestionado durante el proceso es que los tres no llenaban el perfil para ocupar esos puestos. No tenían la experiencia necesaria. Por ejemplo, antes de asumir como subsecretaria de protección, Keller había sido productora y presentadora de canales de televisión durante 30 años. Canales donde había saltado a la fama el comediante Jimmy Morales, que después se convertiría en Presidente de la República. 

 

Santos Torres, el director del Hogar Seguro, solo tenía experiencia en la Policía Nacional Civil. Había sido agente y con los años ascendió de rango hasta ser Subdirector General de Personal de la PNC. 

  

Los demás acusados en el caso son: Brenda Yulisa Chamám Pacay, exjefa del Departamento de Protección Especial contra el Maltrato en todas sus formas. 

 

Gloria Patricia Castro Gutiérrez, exdefensora de la Niñez y Adolescencia de la PDH. 

 

Harold Augusto Flores Valenzuela, quien hoy todavía es jefe de la Procuraduría de Menores de la PGN. 

 

Lucinda Eva Marina Marroquín Carrillo la subinspectora a la que se acusa de no haber abierto a tiempo el aula. 

 

Luis Armando Pérez Borja, exjefe de operaciones de la Comisaría 13. 

 

Rocío Albany Murillo Martínez, la jueza que el 7 de marzo, no se presentó para practicar la exhibición personal de los adolescentes durante la captura de la policía. 

 

Crucy Flor de María López Pérez, exmonitora del Centro Juvenil de Privación de libertad para Mujeres Gorriones. 

 

Y Ofelia María Pérez Campos quien entonces era coordinadora del Área de Mi Hogar . 

 

Como explicaba Jody antes, ninguno ha sido juzgado. La fecha para el primer juicio, contra Rodas, Keller y Torres está prevista para el 29 de marzo de 2022. 

 

Jody: Las familias todavía siguen esperando justicia, vemos que hay un grupo de mamás que que sigue constante en su búsqueda, que está muy pendientes de de las condiciones en la que está el altar que se levantó en honor a las víctimas que está ubicado en la plaza central en la Ciudad de Guatemala. Y ahora, pues es llamada Plaza de las niñas para recordarlas. Las vemos allí cuidando las cruces que son como 41 cruces por cada una de ellas. 

 

Narradora: Muchas de las sobrevivientes regresaron a los barrios vulnerables, algunos muy violentos, de donde venían. Algunas nunca terminaron sus estudios.

 

Apenas han contado con apoyo del Estado. En 2018 el Congreso aprobó una pensión de 5 mil quetzales al mes, alrededor de 650 dólares, durante tres años, para cada una. A partir de septiembre de 2021, la pensión bajó a 3,075 quetzales, unos 380 dólares que no alcanzan para mucho. 

 

Para recibirlos, a las jóvenes les piden llenar formularios, presentar facturas de los gastos, viajar cada mes, desde los departamentos donde viven hacia la capital. A muchas de ellas aún les cuesta moverse. 

 

Otras lidian con problemas respiratorios, con las heridas físicas y psicológicas que el incendio les dejó. Con caras irreconocibles. Con marcas permanentes en sus vidas. 

 

Y mientras llega la justicia, algunas se aferran a los recuerdos.

 

Sobreviviente 2: Lo que vivimos juntas y por qué fueron parte de mi familia. Les tomé mucha confianza. Nos hicimos hermanas de palabra. Y por eso es que formaron parte de mi familia, no solo porque hicimos ese pacto. Sino porque llegué a valorar a cada una de ellas, la amistad que me daba. Me acuerdo el día del carnaval. El día del Cariño. De que todas salimos a bailar. Estuvimos pasamos el día juntas y nos repartimos cartas entre nosotras. Y es el único día bonito para mí.

 

Narradora: Llegamos al final del segundo y último episodio de la miniserie No fue el fuego, una crónica sonora de uno de los hechos más terribles de la historia reciente de Guatemala, parte del proyecto transmedia No fue el fuego. 

 

Esta historia no termina aquí. Aún falta mucho por relatar. Si deseas conocer más sobre lo que pasó antes, durante y después del 8 de marzo de 2017, sobre las niñas que murieron y las sobrevivientes, puedes explorar el especial transmedia en nofueelfuego.agenciaocote.com. Ahí encontrarás cobertura, investigación, memoria. 

 

El guion de este podcast, y algunas entrevistas de este episodio los hice yo, Melisa Rabanales. La edición es de Carmen Quintela. La música original es de Isaac Hernández, quien también realizó el montaje y la producción sonora y musical, con el apoyo de Jose Manuel Lemus. Las ilustraciones son de Rosario Lucas.

 

Para la construcción de este episodio se utilizaron investigaciones y entrevistas realizadas por periodistas del especial “No fue el fuego”: Verónica Orantes y María José Longo, Fernanda Gándara y Jody García,  con la edición de Daniela Rea; y el trabajo audiovisual de Monica Wise y Victoria Bouloubasis durante los últimos cuatro años. La reconstrucción de los hechos fue recopilada por Carla Natareno en una línea del tiempo para este especial. 

 

Los datos de este episodio se cotejaron con material de archivo y de los medios de comunicación Prensa libre y TN23, con videos y audios de cortesía de la organización 8 Tijax; con información de las audiencias de primera declaración; y con el informe de la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos: “Las víctimas del Hogar Seguro Virgen de la Asunción. Un camino hacia la dignidad”. Agradecemos el apoyo de Carolina Escobar Sarti, también parte de la junta directiva de Asociación Ocote. 

 

Jenny Marroquín es la gestora de comunidad de este especial y Magui Medina la coordinadora institucional. La voz institucional de Radio Ocote Podcast es de Lucía Reinoso Flores. Julio Serrano Echeverría es el coordinador creativo. Alejandra Gutiérrez Valdizán es la directora general y editorial de Ocote.

 

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