Hashly Angelie Rodríguez Hernández La quinceañera ausente

Por María José Longo Bautista

El 15 de diciembre de 2017 la familia de Hashly Angelie Rodríguez Hernández festejó sus 15 años en la Plaza Central de Guatemala. Nueve meses antes ella había muerto en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción. 

La fiesta fue al aire libre y a la luz del sol, como le gustaba a la quinceañera, pues le tenía miedo a la oscuridad y al encierro.

Hashly anhelaba ser azafata, viajar, sentirse libre y volar. Hashley estudió como becada, le gustaba bailar, hacer arte con grafiti, usar vestidos y tacones, preparar y comer arroz sancochado o atoles. Sabía de bisutería, el primer collar que hizo lo vendió a Q50.

Vianney Hernández, madre de Hashly, la recuerda como una niña alegre, sincera, cariñosa, líder desde muy pequeña, protectora; aún conserva a Teddy, su oso de peluche preferido, además de algunas ropas y zapatos de ella.

También la recuerda como una niña leal y enérgica, pero celosa, con un carácter fuerte y con dificultad para controlar sus impulsos, era fácil hacerla enfadar y que reaccionara de forma arrebatada. 

Pero con esa misma intensidad Hashly defendía a su familia y a las demás personas, no le gustaba que nadie fuera víctima de bullying y tenía la valentía para poner un alto a los agresores.

Creció en la zona 18, un área de la ciudad en donde la delincuencia se extiende como una plaga y afecta a miles. Hashly lo supo desde que estudiaba preprimaria, cuando junto a su familia se mudó dos años a Moyuta, Jutiapa. El liderazgo de la madre en la comunidad y oponerse hacer ciertos favores para los pandilleros le ocasionaron amenazas. 

En su adolescencia la familia pensó que el Hogar Seguro podría librarla de las pandillas. 

Hashley estaba institucionalizada, al cuidado del Estado, en un hogar administrado por el Gobierno de Guatemala, pero ahí el ambiente era desolador, las niñas y niños internos sufrían diferentes tipos de agresiones y malos tratos. 

Hashley tenía 14 años cuando intentó escapar con otras compañeras, pero no lo logró y la la encarraron en un cuarto, junto a 55 adolescentes más. El lugar se quemó el 8 de marzo de 2017 y las personas adultas que las cuidaban no les abrieron la puerta de forma inmediata, 41 murieron.  

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