Era una quinceañera de ojos grandes, pelo liso y corto. Sonreía , pese vivir entre el hacinamiento y los maltratos.
Vivía en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, un centro a cargo del Gobierno de Guatemala, con capacidad para 400 menores de edad, pero que llegó a albergar hasta 800.
La institución tuvo denuncias por dar alimentos descompuestos, con malos olores, gusanos o sabor agrio. No siempre proveía cepillos de dientes, papel higiénico o ropa interior.
Las niñas, niños y adolescentes que ahí vivían denunciaban constantemente maltratos, golpes e insultos, castigos extremos, agresiones sexuales y violaciones. Niñas denunciaron que por las noches las sacaban del hogar para explotarlas sexualmente.
En noviembre de 2016, cuatro meses antes de que Grisna muriera en el incendio, la Procuraduría de los Derechos Humanos denunció las desapariciones de niñas y adolescentes del hogar, sospechaba que podrían ser objeto de trata de personas en la modalidad de explotación sexual y reclutamiento forzoso.
En promedio al año se fugaban 144 niños, niñas y adolescentes en un intento desesperado por evadir el sufrimiento. El 7 de marzo no fue la excepción, Grisna iba en el grupo que se escapó. Corrió y corrió, pero fue en vano, los policías la detuvieron y la encerraron en una habitación con otras 55 compañeras.
Grisna murió hace más de mil días y aún hay niños y niñas institucionalizados que denuncian agresiones y maltratos en hogares deficientes a cargo del Gobierno de Guatemala.
En el informe de la organización Disability Rights International, “Todavía en riesgo Muerte y desaparición de sobrevivientes del incendio del Hogar Seguro Virgen de la Asunción”, se recomienda al Estado de Guatemala investigar la trata, prostitución y abuso en el Hogar Virgen de la Asunción, además de priorizar medidas alternativas ante la institucionalización, como las familias sustitutas.