Episodio 4: La vida siguió

Por María Olga Domínguez

Este es un episodio de podcast. Para escucharlo haz click en el reproductor

Aquí puedes leer la transcripción: 

 

Narradora: Vianney Hernández espera nuestra cita en una calle principal. Me saluda con un abrazo y bajamos varias gradas por un callejón hasta llegar a su casa.

Vianney vive en San José del Golfo, un municipio a unos 30 kilómetros de Ciudad de Guatemala. Su casa es de block y techo de lámina, muy sencilla. Con un patio grande al centro y dos cuartos. 

Su perra, Kira, me saluda con ladridos imponentes. 

Rápido, Vianney busca un lugar para sentarnos. Agarra una silla que había en la cocina y con unas llantas improvisa un asiento para mí. 

Esta mañana de octubre de 2022, Vianney lleva una blusa gris de manga corta. Deja ver un tatuaje con el retrato de su hija y unos girasoles con la frase «Nos duelen 56». 

Sin dejar tiempo a las preguntas, empieza a contar su historia. Cómo se fue de casa de niña, cómo huyó de los malos tratos, cómo nunca logró estudiar y le tocó trabajar muy joven, y cómo se vio obligada a migrar y a irse de El Salvador, donde nació. 

La historia de Vianney podría ser la historia de cientos, de miles, de mujeres centroamericanas. Pero tiene algo diferente, un hecho que cambió su vida y la de muchas personas en Guatemala.

Hashly, la hija de Vianney, la que lleva tatuada en el brazo, fue una de las 41 niñas y adolescentes que murió en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción en Guatemala, el 8 de marzo de 2017.

Vianney Hernández: Y yo no sabía realmente que mi hija había fallecido en el aula. Yo no supe, no sabía, y vine a saber casi a los cuatro meses. Me vine a dar cuenta que mi hija falleció, que era una de las 19 niñas que había fallecido en el Hogar. A mi hija yo la protegí mucho, lamentablemente, pues no pude hacer nada por ella.

Narradora: Igual que Vianney, decenas de familiares de las víctimas del Hogar Seguro llevan consigo un peso enorme. El hecho de haber perdido a sus hijas, sobrinas, nietas, hermanas en un evento terrible. En un incendio en un albergue estatal del que todavía quedan preguntas sin resolver, y para el que aún no se ha logrado justicia.

¿Cómo siguieron sus vidas quienes vivieron esto? ¿Qué apoyos fueron fundamentales para las familias y para las jóvenes que sobrevivieron al incendio?  

Soy María Olga Domínguez Ogaldes, periodista de Ocote, y en este episodio de Radio Ocote Podcast voy a tratar de responder estas preguntas. Lo haré de la mano de psicólogas y especialistas que conocen muy bien estas realidades. 

Y lo haré a través de la historia de dos mujeres que, en medio del caos y la desesperanza, encontraron la forma de seguir. Este es el cuarto episodio del podcast de No fue el fuego, el especial periodístico de Ocote sobre el caso del Hogar Seguro.

***

Narradora: Hace más de cinco años y medio que Vianney perdió a su hija. Hoy,  Hashly tendría 19 años. El 15 de diciembre de 2022 cumpliría los 20. 

Le preguntó a Vianney  qué le ayudó a seguir adelante.

Vianney Hernández: Pues siempre me pongo ahí hablar con ella. Ahí tengo un altar, ahí está la foto de mis seres que han muerto. Está mi mamá o mi sobrino, que lo mataron en El Salvador, tengo a todas las niñas, tengo a mi hija cuando estaba chiquita y ahí cuando empieza todo lo del caso, empiezo yo a hablar con ella y me den fuerza que me den fortaleza que me ayuden que estén conmigo y trato la manera de hablar, verdad, de hablar con ella de pedirle a Dios que me dé fuerza.

Narradora: Vianney ha buscado las herramientas que le ayudan a sobrevivir. Sin nombrarlo así, a lo largo de su vida ha desarrollado resiliencia. 

La resiliencia es una aptitud que muchas personas generan para sobrellevar un hecho muy doloroso o traumático. Dejo que Mercedes Bautista, catedrática y psicóloga clínica, me ayude a explicar mejor esta idea.

Mercedes Bautista:  La resiliencia se refiere más a la capacidad que tenemos las personas para adaptarnos y superar situaciones difíciles o complejas que nos han hecho daño o que han transformado nuestra vida. Y hacer de estas circunstancias o situaciones posibilidades de sobrellevarlo y sobrellevarlo con mucha más fortaleza, de cómo lo enfrenté en un momento.

Narradora: Estas circunstancias a las que se refiere Mercedes  pueden ser la muerte de un familiar, pero también las condiciones sistemáticas de desigualdad, la pobreza, el machismo o la violencia a las que miles de personas se enfrentan a diario. Unas condiciones que hacen necesaria la resiliencia para poder sobrevivir a ellas.

Para Vianney, estas circunstancias son conocidas, desde que era niña. Los recuerdos que tiene de su casa, en El Salvador, no son buenos. 

Vianney Hernández: Yo crecí en una familia muy católica, ¿verdad? Mi familia fue muy estricta conmigo, éramos como unas 10 o 12 personas de niños que estábamos en el poder de mis abuelos, porque mi mamá pues se fue a los Estados Unidos cuando yo tenía como tres años. Yo era una niña… cómo le quiero decir… como muy hiperactiva.  Que decía, o sea, más que todo me gustaban las cosas de varones. Me gustaba hacer como tipo, o sea, yo era como una varonil. No me dejaba de nadie, desde chiquita.. 

Narradora: Era incontrolable en una familia que la quería controlar. Su tío la hacía de menos porque a ella le gustaba jugar, saltar y correr; le decía que todo eso solo lo hacían los hombres. Una vez incluso llegó a encadenarla para que le obedeciera. Así que, muy niña, Vianney tomó una decisión. 

Vianney Hernández: Entonces, yo como a los 10, 11 años, me fui de mi casa  y estudiando tercero primaria, porque nunca pasé de primero ni de.. de primero pasé como tres años segundo igual y tercero ahí me quedé. Me fui a trabajar a unos naranjales.

Narradora: Las cosas no mejoraron luego de irse de su casa. Una niña no puede mantenerse ni cuidarse sola. Desde pequeña tuvo que buscar trabajo de lo que fuera y en donde fuera. Cuando tenía 15 años decidió migrar a Guatemala.

Vianney Hernández: Yo nunca he puesto, ‘peros’. Soy de esas personas que si no puedo, pero aprendo, pregunto y aprendo.  Porque todo eso es que le enseñen a uno y que uno tenga la tengan ansiedad de aprender un poco de todo. Eso sí me ha gustado, no soy huevona. Me dicen: «Mirá, ¿quieres hacer tal cosa?» Yo voy. «¿Cuánto me van a pagar? No importa». O si me dicen: «Mira, ¿quieres rajar leña? » . Y rajo leña, yo hago todo lo que sea necesario por tal de tener algo de dinero.

Narradora: Durante años, Vianney trabajó de cocinera, de costurera, hizo cortinas y fundas para camas y almohadas, puso una venta de pupusas… En el camino, conoció a algunos hombres. No todos la trataron bien. 

Vianney Hernández: Tuve varias parejas, pero entre esas parejas, pues solo fue maltrato, maltrato, golpes, golpes. Pero a veces yo aguantaba para no regresar a ese lugar, para no regresar a las calles, para no regresar a hacer lo que era.

Narradora: Vianney tuvo seis hijos. Dairy, Yumira, Darwin, Judith, Maeva y Hashly, la más pequeña. Pronto vio en Hashly el mismo liderazgo y la fortaleza que ella tenía de niña. 

Vianney Hernadez: Lo que yo vi en mi hija, en Hashly, fue desde que desde que ella nació y desde que estaba chiquita traía como una rebeldía, como… yo me reflejaba en ella cuando yo era chiquita,

Narradora: Por muchos años, vivieron en la zona 18 de Ciudad de Guatemala. En  un área insegura, donde el crimen organizado dictaba las normas. Cuando la situación se volvió insostenible, se mudaron a Moyuta, en Jutiapa. Allí pasaron dos años.

Vianney Hernández: Yo protegí mucho a mis hijas, las protegí tanto que se me salió de las manos todo lo que lo que pasó a mi alrededor, y a la vez yo siempre estoy ahí pendiente de ellas, donde andan que hacen… 

Narradora: Con «se me salió de las manos», Vianney se refiere a que sabía que sus hijas estaban expuestas a la violencia, al acoso constante, al crimen… Por eso, decidió que lo mejor era apartarlas de esos ambientes que las hacían tan vulnerables, especialmente a Hashly, por ser la pequeña. Así que decidió llevarla al Hogar Seguro Virgen de la Asunción. 

Luego, llegó el 7 de marzo de 2017. 

Vianney Hernández:  Me enteré de lo que estaba sucediendo, del 7. Yo no tenía dinero. Yo andaba buscando dinero, le dije a mi esposo: «Yo voy a ver cómo consigo dinero para ir al Hogar». Cuando yo andaba consiguiendo dinero fue que las patojas estaban viendo tele y se dio la tragedia. Entonces, cuando yo llegué, mis hijas me dijeron: «Mira, mamá, el Hogar se está quemando». Y yo andaba descalza. Yo me puse zapatos, medio me cambié y salí corriendo y a decirle a mi esposo que las niñas se habían quemado, del Hogar.

Narradora: Vianney y su esposo se fueron en camioneta desde la zona 18 hasta San José Pinula. Buscaron a su hija en el Hogar, pero allí les dijeron que la habían enviado a un hospital. Preguntaron por ella en el Roosevelt y en el San Juan de Dios pero tampoco estaba ahí. Así que al día siguiente decidieron ir a la morgue. 

Vianney Hernandez: Yo llegué a las seis de la mañana a la morgue. Yo fui una de las primeras madres que llegó a la morgue, una de las primeras que le hicieron el ADN y estando allí llegó la mamá de una niña que falleció también de la colonia y donde vi a la mamá y la niña que llegó llorando. Yo lo primero que pensé: «Aquí está mi hija. Aquí está porque aquí está porque ella era una de las niñas que si era su amiguita ella no la dejaba, ella no la dejaba».

Narradora: Desde entonces, Vianney se ha convertido en un símbolo de la perseverancia.

Vianney Hernández: Mi promesa es desde que falleció mi hija… Yo le prometí a mi hija estar hasta el final, encontrar la justicia. Y ella sabe que yo lo voy a hacer. O sea, aunque me cueste, aunque haya debilidades. Yo a veces ya no quiero seguir. Yo ya no quiero saber nada. Me cuesta demasiado, demasiado…

Narradora: Para no desfallecer, para seguir, Vianney ha logrado desarrollar resiliencia gracias a tres cosas: esta promesa que le hizo a su hija, su fe en Dios y las personas y organizaciones que le han apoyado. En el tercer episodio del podcast de No fue el fuego te contamos sobre ellas. 

Vianney Hernández: Desde que sucedió la tragedia yo agradezco mucho a 8 Tijax. Fueron unas personas que realmente desde un principio estuvieron en la tragedia. Poco a poco, pues se fueron involucrando más en el tema de las niñas, en lo que había pasado, en investigar qué había sucedido… Yo les agradezco mucho toda la vida. Lo he dicho desde que sucedió la tragedia ellas son una base importante en este caso.

Narradora: Para otras familiares la fuerza vino, además, de las otras madres, tías y abuelas de las niñas que murieron en el incendio. Una de esas mujeres fue Elida Salguero. Te cuento su historia al regreso de la pausa.

***

Narradora: Elida Salguero nos recibió en la casa de sus jefes, donde trabaja cuidando a dos niños pequeños. Nos hizo pasar a la cocina, donde preparaba mosh para el desayuno. 

Comenzó a hablar como si nos conociéramos de antes. Platicó de que hace poco se había enfermado, pero que una amiga le había ayudado a conseguir medicina. 

Elida nació y creció en Las Lajas, una aldea de Gualán, en el departamento de Zacapa. En su familia pasaron varias penas económicas, pero sus papás siempre pudieron darle lo necesario.

Elida Salguero: Sí, crecimos en un lugar, un ambiente muy humilde, pero honrado. Nosotros crecimos en un lugar donde sabemos decir «Buenos días, buenas tardes, con permiso, muchas gracias». Aunque sea una aldea, pero con educación. Gracias a mis padres y a mi mamá, tengo mucho que agradecerles a ellos, aunque ya no están ¿verdad?, pero marcaron mi vida. 

Narradora: Elida tiene siete hermanos. Todos viven en Estados Unidos y ya no guardan mucha relación. Se distanciaron después de que ella decidió independizarse. 

Elida Salguero P1: [04:06-04:22]: Y me fui a la casa a la edad de 18 años.

– ¿A esa edad se hizo mamá? 

– Hasta los 19. No, de 20 tuve a Yuvi. De 20 años. Pero me fui a la casa a los 18. Ya no quería estar. Yo ya no quería estar en la casa.

Narradora: Se fue de Las Lajas y se mudó a Azacualpilla, en Palencia, un municipio de Guatemala que está a unos 28 kilómetros de la capital. Allí limpiaba casas, cuidaba niños y cocinaba. Después conoció a su esposo y a los 20 años tuvieron a su primera hija, Yuvi. Luego nació Keila y por último Aldrin.

Elida Salguero: Yo me vine decidida. Quería vivir lejos de mi familia porque quiero paz, ante todo yo quiero paz. Yo no quiero vivir mis últimos días que vivan, mis últimos años no lo sé cuánto voy a vivir, si puedo vivir años o días no lo sé, o meses, pero yo sí quiero totalmente paz.

Narradora: Elida tiene clara esa palabra: paz; porque pronto empezó a vivir con su pareja momentos que parecían todo lo contrario. Una guerra constante. 

Elida Salguero: Él andaba con muchas mujeres y yo cada poco enferma. Yo me enfermaba de una cosa, yo me enfermaba de otra. Estaba bien delgadita. Pesaba 98 libras y entonces yo me empecé a poner muy triste porque uno ama a la persona pero no es bonito que lo engañen a uno, verdad. 

Narradora: En una visita al doctor, se dio cuenta de que su salud estaba muy frágil y que necesitaba comenzar a cuidarse más. Así que Elida tomó la decisión de dejar a su esposo y de hacerse cargo de sus hijos y su casa ella sola. 

Trabajaba todo el día, desde las tres de la madrugada hasta las siete de la noche. Dejaba a los niños solos en casa.

Elida Salguero: Hablé con ellos. Me senté con ellos y les conté: Okay, les dije, ustedes saben, su papá no nos está dando dinero y ya estamos aguantando hambre, no nos podemos morir del hambre y yo voy a trabajar por ustedes y así que solo quiero que se porten bien que no se me salgan a la calle que no tengan amistades malas. Eso era lo que yo quería, ¿va?

Narradora: Fueron sus hijos los que le daban las fuerzas en los momentos más complicados. Hasta que la situación empezó a torcerse.

Elida Salguero: Yo trabajaba en ese tiempo en el Hospital San Juan de Dios. Había tenido una plaza ahí por contrato, desgraciadamente la perdí por estar pidiendo tantos permisos y tantas cosas. Eso a mí me afectó, totalmente. Me cambió la vida, porque hasta mi familia se voltearon contra mí.

Narradora: Las cosas en casa se complicaron. Con 14 años, Keila se enojaba casi a diario con Elida. Luego empezó a autolesionarse. La niña decidió vivir con su papá y un juzgado respaldó la decisión. 

Un día, Keila salió de casa con una prima y no llegaron a dormir. La familia puso una alerta Alba-Keneth para encontrarlas. Después de un día aparecieron, pero el juzgado decidió que el cuidado de Keila debía pasar a manos del Estado. Así, la ingresaron al Hogar Seguro Virgen de la Asunción.

Keila cumplió 17 años el 3 de marzo del 2017. Su papá le llevó pizza y pastel al Hogar Seguro para celebrar junto a ella. Elida no pudo ir porque el juez no se lo permitía, así que no pudo verla.

Cuatro días después, llegó lo peor. 

Elida Salguero: Para mí esto ha sido duro. A mí esto me cambió la vida. Esto me desbastó. Yo me sentía muy deprimida, muy triste y no me pasaban las cosas. No podía hablar así, como estoy hablando ahorita del tema y todo. Yo no podía hablar. Yo empezaba a llorar y ya no me sacaban más. No que era llanto y ya no me salían las palabras, quiero mencionar el nombre de la nena y todo a mí me me, me, me… cortaba, pues. Pero gracias a Dios ya he superado todo eso.

Narradora: El ver a las otras madres, tías, abuelas de las niñas fue el impulso que Elida necesitaba para no hundirse.

Elida Salguero: Pero ahí, conociendo a las demás personas. He ido platicando con ellas y me han animado entre… En ese asunto si soy un poco débil porque porque me duele mi hija va, me duele y ya no la miro. Y siento que le cortaron los sueños a la nena, porque ella tenía… ella era bastante inquieta. Era un poco hiperactiva y todo, pero pero era una niña normal.

Narradora: Y así fue como la historia de Elida, Vianney y todas las madres que perdieron a sus hijas en el incendio del Hogar Seguro, se cruzó. No se conocían, pero el dolor las reunió en muchas ocasiones. 

Elida Salguero: Cuando pasó esto, nos conocimos las familias porque yo pensaba que solo era yo la que había pasado el problema, pero ya cuando uno se reúne y empieza uno a conocer los casos… Yo decía: Dios mío, por qué me pasó esto a mí con lo de Keila y todo, pero empecé a ver que no era solo yo.

Narradora: Elida y Vianney conocieron a las demás madres, a activistas y personas que deseaban ayudar. Comenzaron a asistir cada 8 de marzo a las actividades en memoria de Keila, de Hashly y de las otras niñas y adolescentes. Se sentían respaldadas. 

Mercedes Bautista, la psicóloga a la que escuchaste al inicio del episodio, explica que la empatía y la convivencia con otras personas que viven el mismo evento doloroso puede ayudar a desarrollar resiliencia. 

Mercedes Bautista: La resiliencia es el desarrollo de confianza, el desarrollo de seguridad personal, el trabajo en autoestima, el trabajo en la relación con su cuerpo y afectividad y la capacidad de tejer redes de apoyo y de confianza nuevamente a partir del evento traumático. 

Podemos hacer el símil con las mujeres Sepur Zarco, que durante años pusieron el tema sobre la mesa en el sistema nacional de justicia y hasta hace un par de años este juicio fue llevado a últimas condiciones. Entonces, parte del grupo y de la sanación de grupo de las personas que hemos vivido condiciones similares de violencia o de represión o de violación a nuestros derechos humanos, permite desarrollar resiliencia, porque son otras víctimas las que me ayudan a resignificar el evento traumático.

Narradora: A las madres de las niñas también les tocó enfrentar los cuestionamientos de muchas personas. 

Vianney Hernández: YA las madres muchas, muchos nos señalan. Nos señalan a nosotras por lo que nosotros nos fuimos a dejarlas… yo en mi caso. Yo metí a mi hija, por que no me le fuera a pasar nada en la calle, yo la metí ahí.

Elida Salguero: Haber pasado como que es un pajarito le cortaron las alas, nunca más pudo volar. Y para mí esto me cambió mucho la vida. Tremendo, tremendo porque a raíz de eso, en esos días me decía mucha gente que bloquearan todas las redes. Porque en las redes se escuchaban comentarios muy feos de personas que hacen comentarios sin saber o sin conocerlo a uno. 

Narradora: Candy Sartorezzi, psicóloga clínica que actualmente trabaja con privadas y exprivadas de libertad, explica que afrontar estas acusaciones también pudo haber formado parte del inicio de la sanación y la resiliencia. 

Candy Sartorezzi: Primero, nosotros trabajamos a nivel interno procesos de perdón. Yo le llamo, pues, los capítulos de sanación interior. Porque entonces muchas veces, aunque el trauma no haya sido provocado por ellos, o los sucesos de violencia y la víctima se siente culpable, maneja miedo, frustración, duelo… Entonces se empieza por ahí. Me gusta empezar por el perdón, porque muchas veces ellas se sienten culpables y entonces empiezan a sanar en la medida que ellas aceptan que algo no fue su culpa o aunque lo haya sido, pues todos somos humanos, nos podemos equivocar, trabajar los duelos, ¿verdad?

Narradora: Al escuchar hablar a Elida, las palabras de Candy cobran aún más sentido.

Elida Salguero: Yo me siento libre. Libre de culpa, libre de todo eso, ¿va? Porque uno a veces hasta se toma esas cosas que uno escucha en las redes: que la mamá fue mala, que no sé qué… y uno todo eso. Lo va tomando. Y todo eso le va haciendo un nudo. A uno se le va formando muchas cargas, entonces yo siento que Dios me liberó.

Narradora: Así, poco a poco, Elida y Vianney han podido avanzar, seguir adelante, imaginar un futuro distinto. 

Candy Sartorezzi: Creo… cuando la persona logra establecer esa resiliencia y ya haber sanado gran parte en el proceso, sí, ya empieza a poner al pasado como un segundo plano y empieza a visualizar un futuro. No es de que se olvida o desaparece el pasado, sino que aprendemos de él y lo aceptamos y vivimos con él, pero de una forma sana. No es una carga, sino es una experiencia y a partir de la experiencia, pues yo cambio mi conducta y mi actitud… El que ellos puedan visualizar ya un cambio, otro estilo de vida, el que puedan aprender y aceptar lo que pasó y de ahí, yo continúo… es un signo de esa misma resiliencia.

Narradora: Mientras hablábamos, Elida me mostró una foto sacada de internet.  En ella se ve un patio lleno de plantas y flores, con una pequeña pérgola y una hamaca. Ella sueña con tener un lugar así, pequeño y lleno de naturaleza. Dónde pueda pasar las tardes junto a su gato, su perro y sus pollitos. También quisiera que sus hijos llegaran a verla más seguido.

A Vianney también le gustaría tener una casa para vivir tranquila y dejar de alquilar. Además, quisiera abrir una institución que ayude a las familias de las víctimas del Hogar Seguro. Que tengan empleos y vivan en lugares seguros.

Además, aunque sabe que tal vez la justicia por la muerte de su hija tarde en llegar, quiere que lo que pasó en el Hogar Seguro se conozca.

Vianney Hernández: Yo me quiero ir para México ir a hablar. Hablar del caso, cómo está el caso. Yo no quiero ir porque quiero ser famosa, o porque yo quiero ir a conocer otros países, no. Simplemente lo que quiero es justicia. Es justicia porque fueron 41 niñas y 15 niñas que jamás les van a devolver su rostro nunca le van a devolver su dignidad otra vez. Nunca le van a volver la alegría que ellas tenían antes, jamás.

Narradora: Cinco años y medio después del incendio en el Hogar Seguro, tanto Elida como Vianney pueden hablar de lo que pasó. Pueden recordar a sus hijas, compartir sus planes a futuro y expresar cómo se sienten con lo que vivieron. 

Candy Sartorezzi: Porque se acompañaron como grupo. No fueron aisladas, no fueron solas y hubieron algunas instituciones ajenas a lo gubernamental que les dieron acompañamiento también. Entonces yo creo que el vivir el proceso de lo que les dio la resiliencia. Al final no fue tanto el decirles: «Sí, hubo justicia», o por ejemplo un subsidio. El saber que hubo un acompañamiento, hubo un proceso y en el proceso yo aprendí y obtuve la resiliencia para continuar.

***

 

Narradora: El guion y las entrevistas de este episodio los hice yo, María Olga Domínguez Ogaldes. La edición es de Carmen Quintela. La música original es de Isaac Hernández, quien también realizó el montaje y la producción sonora y musical, con el apoyo de José Andrés Morales. Las ilustraciones son de Rosario Lucas.

Ixmucané Us es la gestora de comunidad de Ocote y Magui Medina la coordinadora institucional. La voz institucional de Radio Ocote Podcast es de Lucía Reinoso Flores. Julio Serrano Echeverría es el coordinador creativo. Alejandra Gutiérrez Valdizán es la directora general y editorial de Ocote.

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