Kimberly Mishel Palencia Ortíz La admiradora de la luna

Por María José Longo Bautista

En la comunidad Villa Lobos, zona 12 de Guatemala, a las hermanas Mariana y Kimberly Mishel Palencia Ortíz les gustaba contemplar la luna juntas e imaginar que tenían una vida diferente. Ahora Mariana lo hace sola. Kimberly, su hermana menor, murió en el incendio del Hogar Seguro Virgen de la Asunción cuando tenía 17 años.

Kimberly y Mariana crecieron desprotegidas. Su madre se fue de casa cuando ellas tenían tres y cinco años, su padre era alcohólico. Pero a pesar de las limitaciones, crecieron rodeadas del cariño de su abuela paterna y un tío, hasta que él murió y el dolor la devastó a ella. 

De nuevo las hermanas quedaron solas, Mariana trabajó durante su infancia y adolescencia para ayudar a mantener a Kimberly,  la mejor hermana que la vida le pudo dar. 

Mariana acostumbraba a llamar a su hermana flaca, chiquistriquis o Kim. La recuerda como una adolescente directa; cuando algo le disgustaba, lo expresaba. 

Kimberly quería ser veterinaria, su primera mascota fue un pollito que compraron en el mercado por Q1, luego tuvo un gato y un perro llamado Negrito. La Navidad le causaba ilusión y le gustaba el invierno porque se divertía bajo la lluvia y junto a su hermana hacían pasteles de lodo que decoraban con flores. 

También le gustaban los juegos pirotécnicos. Sus preferidos eran los volcancitos, pero cuando estaba aprendiendo a hablar los llamaba vurcancitos. 

Kim logró estudiar hasta sexto de primaria y no necesitaba acudir con una estilista, se cortaba el pelo sola. 

Durante un tiempo ayudó a una señora a vender comida, pero no le pagó. Mariana  recuerda que en su infancia sufrieron muchas injusticias por crecer sin alguien que las protegiera.

Cuando Kim ingresó al hogar para que la resguardara el Gobierno de Guatemala, pasó lo peor.  

Kimberly murió dos días después de su cumpleaños. Mariana se hizo un tatuaje en su honor. Una luna, un hada y el nombre Kimberly. Los abrazos que se daban ya no pueden repetirse. Sólo queda visitar la tumba para entregarle cartas, flores o globos y jugar con ella en sus sueños como cuando eran niñas.

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