La noche del 7 de marzo de 2017 Milenie Eloísa Rac Hernández, una adolescente de 17 años, se paró frente a las cámaras de los medios de comunicación y denunció las agresiones que ella y sus compañeras sufrían en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción.
“Aquí nos tocan, nos violan, nos amarran en las noches, nos pegan, y eso no es justo, a este hogar me vine a hacer lata. Uno viene por maltrato de nuestros padres y aquí vine a recibir el doble”, expresó Milenie a los periodistas.
La adolescente mostró las heridas que tenía en sus brazos y reconoció que se lastimó a propósito, se cortó desesperada por lo que sufría.
Esa noche, Milenie intentó escapar del hogar en el que estaba al cuidado del Gobierno de Guatemala, pero fracasó. Fue atrapada por agentes de la Policía Nacional Civil, a quienes señaló de haberla agredido sexualmente. Cuando la devolvieron al hogar, fue encerrada junto a 55 niñas más en un aula que se incendió horas después.
Después del incendio, la familia de Milenie recibió una falsa esperanza de que la adolescente estaba viva y sería trasladada a un hospital de Estados Unidos para su recuperación, pero su cuerpo había sido confundido con el de otra de las adolescentes. El cadáver de Milenie estaba en la morgue.
La niña fue enterrada en el cementerio de Parramos, en Chimaltenango, Guatemala. Irma Hernández, su mamá, acostumbra a visitar la tumba. Cuando lo hace, se hinca, besa la fotografía que está en la lápida y conversa unos minutos con ella.
“No hay nada de justicia, todos los que violaban a las patojas y les daban el maltrato, ¿dónde están? No se tocaron el corazón al oír los gritos y los lamentos. Las mataron, ellas no murieron porque querían. ¿Dónde están las personas que les hacían daño?”, dice la madre de Milenie, al recordar lo que su hija contó a la prensa un día antes del incendio.